El punto de partida del legado de John Hennessey
Pocos aficionados del mundo automotriz son desconocedores de la existencia del Dodge Viper, un deportivo hecho y derecho con todas las de la ley que se ganó fama de ser tan absurdamente rápido como peligroso. Pero había quienes siempre querían un poco más de sal y pimienta en la ecuación, razón por la cual existen los preparadores externos. Uno de los más destacados al otro lado del charco es Hennessey Performance Engineering, quien pronto se hizo famosa gracias al Venom 650R basado en el Viper.
En la década de 1990, el Dodge Viper era uno de los deportivos más espectaculares que existían. Cuando la versión de preproducción hizo su debut en las 500 Millas de Indianápolis en 1991 con Carroll Shelby al volante, lo hacía con un V10 de 8.0 litros bajo su enorme capó. Diseñado con la ayuda de Lamborghini, este corazón mecánico acabó convirtiéndose en una piedra angular para todos los próximos modelos, ganándose un lugar entre los motores más emblemáticos de todos los tiempos, al menos de los construidos en Estados Unidos.
Hoy en día, Hennessey Performance Engineering (HPE) es una casa de tuning venerada a lo largo de todo el globo por transformar vehículos de serie en monstruos legales para su uso en las vías públicas, algunos capaces de producir más de 1.000 CV. Pero, como el Viper, para el fundador de la compañía texana, John Hennessey, nada comenzó hasta los años 90, cuando montó un pequeño taller en Sealy, a 45 minutos al oeste de Houston. Y uno de los primeros proyectos –y más exitosos– de la compañía fue el increíble Venom 650R.
Mientras Chrysler estaba aplicando los últimos detalles a su asombroso roadster, un ambicioso tejano apasionado por los coches muy rápidos fundó Hennessey Performance Engineering en un garaje alquilado junto a un solo técnico. Allí es donde empezó a modificar los turbocompresores y los sistemas de admisión y escape para varios modelos, principalmente el Mitsubishi 3000 GT y su hermano el Dodge Stealth. Pero, en 1993, un cliente quería inscribir su Viper en las carreras de carretera abierta de Nevada y le pidió ayuda a Hennessey.
Quería más potencia del motor V10. La empresa cumplió y nació el primer Venom 500. Durante los años venideros, la atención se centró en modificar más de estos excepcionales deportivos, y HPE comienza a desarrollar una amplia gama de componentes de recambio. Se consideraron tan buenos que un equipo de carreras de origen belga los utilizó para mejorar dos Viper con los que participaron en la legendaria carrera de resistencia de las 24 Horas de Le Mans. John Hennessey se había convertido en el encantador de las víboras de Detroit.
Por eso, poco después de que Dodge lanzara el Viper de segunda generación (1996), Hennessey tuvo en sus manos un ejemplar del nuevo modelo coupé, denominado GTS, que también debutó para reconstruirse como una variante escandalosa de altas prestaciones. Tras un arduo proceso de desarrollo, el Venom 650R llegó a las calles, convirtiéndose no solo en el Viper más rápido y potente que se podía tener, sino también en uno de los coches más rápidos del mundo, a secas. Sus números prestacionales así lo demuestran a continuación.
La reputada revista estadounidense Motor Trend pudo echarle el guante en el verano de 1999, elogiando su excepcional desempeño en todos los ámbitos y calificándolo como el coche de calle más rápido que jamás hubieran probado. Esto no fue una exageración, ya que lograron registrar un tiempo de 0 a 60 mph (0-97 km/h) de 3,3 segundos, que era más rápido que un F50, el Ferrari más majestuoso que el dinero podía comprar, impulsado por un V12 derivado de la Fórmula 1. Estamos hablando de lo mejor de lo mejor en aquellos tiempos.
El Venom 650R también podría correr el cuarto de milla (402 m) en 11,2 segundos, de acuerdo con los datos de la misma revista, aproximadamente 0,7 segundos más rápido que el F50 y más de un segundo más rápido que el Viper GTS original de 1997. Solo había unos pocos unicornios de producción limitada capaces de vencerlo, como el Mercedes-Benz CLK GTR o el McLaren F1, ambos diseñados para ser los coches más rápidos del mundo; el título es para el británico, con una punta de 394 km/h que no fue superada hasta la llegada del Bugatti Veyron (2005).
Pero las cifras alucinantes no se detienen ahí, ya que esta máquina salvaje podría alcanzar una velocidad máxima de 346 km/h. Sin embargo, esto era puramente teórico, ya que el único 650R que se acercó a esa velocidad fue un modelo de preproducción en 1997 conducida por el propio John Hennessey. Logró alcanzar los 327 km/h en los campos de pruebas de Honda de Arizona, y con la asistencia de periodistas de Motor Trend, se convirtió en el primer Viper en superar los 320 km/h (322 km/h). No tenía nada que envidiar al Corvette.
Aquellos que querían tener uno tenían que enviar su Viper GTS de serie a Hennessey, donde podría equiparse con varios paquetes de actualización. El primero y más importante de ellos fue la actualización del motor de 37.000 dólares (53.000 euros de hoy). Aumentó el cubicaje del V10 de 8.0 a 8.4 litros, y agregó varios componentes mejorados, incluidas bielas de acero forjado (o de titanio por 3.500 dólares extra), pistones forjados, válvulas de acero inoxidable más grandes, un árbol de levas a medida o válvulas de mariposa de competición.
También se instaló un nuevo sistema de escape de acero inoxidable y, a pesar de que conservaba los convertidores catalíticos de fábrica, incluía válvulas de derivación; es decir, que los gases se “saltaban” pasar por ahí. Con este paquete instalado, el Venom 650R se convirtió en una bestia capaz de generar 659 CV y 884 Nm, ambos medidos en el cigüeñal. Como habrás adivinado, estas figuras inspiraron su nombre. Para ponerlo en perspectiva, otro “matagigantes” preparado de la época era el Corvette (C5) de Callaway, con “solo” 440 CV y 520 Nm.
Con toda esa potencia bajo el capó, necesitaba sistemas de suspensión y frenos adecuados, los cuales podrían instalarse por 18.500 dólares adicionales (26.500 euros hoy). Estos dos paquetes incluían un sistema de suspensión ajustable Penske con 30 ajustes de amortiguación variables y un kit de frenos firmados por Brembo con especificaciones de carreras. Y no, no son los típicos componentes que podías adquirir en tu tienda de tuning de confianza. Estamos hablando de una serie de piezas destinadas al mundo de la competición, para usar en la calle.
Finalmente, para distinguirlo del Viper GTS construido en fábrica, el coche podría estar equipado con un kit de carrocería de fibra de carbono (o fibra de vidrio) “VenomAero” que incluía mejoras aerodinámicas y conductos de enfriamiento para los frenos plenamente funcionales. Añade una pintura especial, llantas de 18 pulgadas, asientos deportivos de carreras o una barra antivuelco y obtendrás un 650R full equip por, aproximadamente, 111.000 dólares (158.000 euros de hoy), excluyendo el precio de que hay que tener un Viper GTS, antes de nada.
Sí, fue una inversión cara, pero era mucho más barata que cualquier superdeportivo que de la época. Por ejemplo, el Mercedes-Benz CLK GTR, uno de los pocos que eran más rápidos en ese entonces, se podía conseguir por casi diez veces más dinero. Hennessey continuó mejorando el Viper hasta que el modelo se suspendió en 2017. Siguieron variantes mucho más potentes, pero el Venom 650R se considera uno de los proyectos más importantes en la historia de la casa de tuning estadounidense. Simplemente, una joya automotriz para el recuerdo.
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