Un legendario coche de carreras con un piloto ejemplar
“Fetzenflieger”, un apodo extraordinario para un coche excepcional. A pesar de su discapacidad física, el piloto austriaco Otto Mathé celebró muchos éxitos al volante de su coche de fabricación propia equipado con un motor de Porsche. Esta no es una historia de Fórmula 1, tal vez incluso la antítesis de la categoría reina de la automoción, pero es una historia increíble de personas y máquinas fascinantes que han dejado su huella en la historia del automovilismo.
Otto Mathé, nacido el 31 de julio de 1907 en Zillertal, Austria, creció en la región de Innsbruck. El hombre ya disputó sus primeras carreras de motos a los 16 años, y se quedó solo con un brazo funcional después de un accidente a los lomos de una en una carrera en septiembre de 1934, lo que provocó que su brazo derecho quedara paralizado por debajo del codo. Como el competidor nato que llevaba gasolina en las venas, eso no le impidió seguir participando activamente en las carreras de coches, sino más bien todo lo contrario.
Dos años después de su accidente, Mathé fundó una gasolinera y un negocio de lubricantes en Innsbruck. Debido a la difícil situación del suministro, creó varios aditivos para combustibles a lo largo de la Segunda Guerra Mundial. El producto más exitoso fue el Mathé-Universal-Additiv, el cual tenía la reputación de poder extender significativamente los intervalos de cambio de aceite de un motor de combustión interna. En ese periodo, Mathé adoptó el enfoque de “doble o nada” y decidió cambiar al mundo de las cuatro ruedas.

Renunciar nunca es una posibilidad y, desde ese momento, la pasión por los coches fue dedicada por completo a Porsche. A mediados de la década de 1950, se volvió cada vez más conocido por llegar a sus pistas de carreras favoritas con un vehículo bastante inusual: el “Fetzenflieger”, que es el vehículo que nos ocupa en esta ocasión. Antes de eso, se hizo con un Porsche Typ 64 cuya base venía del Volkswagen Typ 60 K 10 preparado para competir en carreras de resistencia, pero Mathé apostó por crear un monoplaza con motor Porsche.
Aunque la combinación de componentes Volkswagen con el rendimiento del propulsor Porsche, técnicamente, convertían al monoposto en un Fórmula 2, Mathé siempre tenía a mano un juego de aletas para atornillar, un pack de iluminación, un segundo asiento y una rueda de repuesto, y su artilugio podía estar rediseñado en muy poco tiempo para competir en otras series donde fuese necesario. Con la palanca de cambios montada a la izquierda, con su mano aún funcional, se apoyaba en el volante para cambiar de marcha.

Esa postura fue la que hace que hizo al austriaco mundialmente famoso. Porque, a pesar de su discapacidad física, Mathé superó regularmente a toda la competencia, dejando atrás incluso a los conductores más reconocidos. El piloto dominó las carreas de automovilismo en Austria. Niki Lauda lo describió repetidamente como el ídolo de su infancia, un referente para tener siempre presente que se puede luchas ante cualquier adversidad, como bien nos demostró el tres veces campeón del mundo de Fórmula 1 (1975, 1977 y 1984).
Pero hablemos de la montura de Otto Mathé. El coche de carreras de fabricación propia, con un revestimiento de aluminio hecho a mano, alojaba un bloque de carreras de fábrica de 1.5 litros (550 Spyder), y más tarde un propulsor Fuhrmann proveniente del 356 A Carrera GT. Su centro de gravedad extremadamente bajo, su corta distancia entre ejes y su corazón instalado delante del eje trasero daban como resultado manejo extraordinario, mientras que, con un peso en vacío de solo 395 kilos, los 130 CV le valían para superar los 200 km/h.

Pero no es solo por esas cualidades que se acuñó el extraño apodo de “Fetzenflieger” (o “volador de fragmentos”). Mathé dejaba los paneles laterales abiertos para facilitar el cambio más rápido de las bujías cuando fuese pertinente. Así, todo lo que protegía a los carburadores de la suciedad entrante son dos lonas de tela superpuestas, que también funcionan como los filtros de aire y, en ocasiones, los fallos de encendido prendían la tela. Eso significaba que el monoplaza, a alta velocidad, iba dejando fragmentos en llamas justo tras de sí.
El “Fetzenflieger” se utilizó principalmente en carreras de pista de arena y carreras de hielo. Un ejemplo de esto último es la legendaria carrera conmemorativa del Dr. hc Ferdinand Porsche en Zell am See. Mathé estableció un tiempo récord allí en 1956, completando el trazado helado de cuatro kilómetros en solo 157 segundos y dejando atrás al jefe de relaciones públicas de Porsche y piloto de carreras Huschke von Hanstein y Richard von Frankenberg. Ese día, cerca de 3.000 aficionados, quedaron cautivados por el “Fetzenflieger” en Großglockner.
Que Mathé lograse competir después de perder un brazo es una cosa. Que consiguiera correr y ganar es otra cosa, pero que superase a todos, sin ayuda alguna, es algo realmente inspirador. El “Rey Helado” y su coche se hicieron con cuatro de los premios “Prof. H. c. Ferdinand Porsche Memorial Racer” (1955, 1956, 1957 y 1959).

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