Coche aerodinámicamente perfecto

¿Cómo es?

¿Cómo es un coche aerodinámicamente perfecto?

¿Con forma de lágrima? ¿De pingüino? He aquí algunas preguntas y respuestas fundamentales sobre una rama de la mecánica que consigue que un coche sea más eficiente. Porque ahorrar energía, mejorar las prestaciones y aumentar la autonomía utilizando la forma más adecuada para reducir la resistencia del aire es el objetivo de todo experto en aerodinámica. Eso es algo que Porsche nos quiere explicar con detalle.

“Si los vehículos se diseñaran únicamente teniendo en cuenta este aspecto, probablemente se parecerían una lágrima”, manifiesta Marcel Straub, jefe de aerodinámica y gestión térmica de Porsche Engineering.

“Una lágrima que se desplaza sobre una superficie es redonda en la parte delantera y muy fina en la parte final. Esta forma permite que el aire fluya con una resistencia particularmente baja, dado que no hay estela ni arrastre en contra del sentido de avance”.

La forma ideal, ahora, la expresaremos en cifras.

Por supuesto, los números se encargan de verificar esta idea: una lágrima tiene un coeficiente de resistencia (Cx) de 0,05. Este valor, sin embargo, es prácticamente imposible de conseguir en un vehículo real. La razón tiene que ver con la incompatibilidad entre esa forma y la propia funcionalidad del diseño. Un coche así, ciertamente, presentaría grandes desafíos en términos de aprovechamiento del espacio, tanto en el habitáculo como en el maletero, o incluso en el vano motor, así como una conducción peculiar.

Por otra parte, las ruedas también presentarían complicaciones, ya que crean turbulencias y producen un flujo de aire a su alrededor que provocan pérdidas de energía. En este caso, una tecnología como la levitación magnética –aún no demasiado popular– podría ayudar a resolver el problema. ¿Más elementos en contra? Desafortunadamente, la proximidad del vehículo al suelo ayuda, porque impide un flujo perfectamente simétrico en torno a la lágrima, algo que es imposible al circular a pocos centímetros del firme.

Para solucionar susodicha problemática, habría que conducir, o más bien “volar”, a una altura de varios metros. Cabe la posibilidad de que dentro de poco tiempo veamos taxis aéreos con forma de lágrima y alas de corte deportivo que se elevan por el aire y avanzan gracias a una hélice situada en el extremo más puntiagudo de la aeronave. Sin embargo, este diseño ha sido difícil de implementar hasta ahora, aunque poco a poco son cada vez más los fabricantes que se lanzan a la aventura de crear un coche volador.

Como dato curioso, cabe destacar que hay una forma existente en la naturaleza que es aún más aerodinámica que la lágrima: el pingüino. Esta ave, cuando avanza horizontalmente, tiene un Cx de 0,03, por lo que si fuera posible hacer un coche con la forma del animal marino, sería aerodinámicamente perfecto además de inconfundible. Pero también en este caso, la posición de conducción próxima al suelo, las ruedas y la necesidad de optimizar el espacio frustrarían cualquier intento de convertir esta idea en realidad.

La historia del automóvil presenta algunos ejemplos, casi todos de la primera mitad del siglo XX, de modelos con forma de lágrima. Tal es el caso del Alfa Romeo 40/60 HP Aerodinamica de 1914 o el Schlörwagen de 1939 que, a pesar de los grandes esfuerzos de sus creadores, en la práctica jamás pasaron de la fase de prototipo. Sin embargo, el Volkswagen Escarabajo sería el que popularizó la idea, un modelo que más tarde acabaría derivando en el primer Porsche de producción, el 356, y más tarde en el querido 911.

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